lunes, 19 de enero de 2015

¿Sabías qué... el Ratoncito Pérez vivía en una caja de galletas?

Una de las tradiciones más arraigadas en nuestros tiempos es que los niños al caérseles los dientes de leche los escondan bajo su almohada esperando que el ratoncito Pérez se lo lleve y les deje una moneda a cambio.   Dicen que esta tradición nació hace muchísimos años por el parecido de los dientes perdidos con los granos de maiz que solían "robar" los ratones, sin embargo a inicios del siglo XX, cuando el rey infante "Alfonso XIII" empezó a perder sus dientes, la reina María Cristina, encargó al padre jesuíta Luis Coloma que hiciera un cuento para él, es así que tenemos como protagonista a un ratón que vivía en Madrid dentro de una caja de galletas y que viajaba por las tuberías de la ciudad en búsqueda de dientes de niños a cambio de monedas.  El cuento original puedes encontrarlo en:  http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/raton-perez-cuento-infantil--0/html/01488606-82b2-11df-acc7-002185ce6064.htm; sin embargo, nosotros nos preguntábamos ¿para qué el ratón Pérez necesita los dientes?  una linda explicación la encontramos en: www.mediometro.com pero hemos querido contarte esta historia sin dejar de lado algunas características del ratón Pérez del padre Coloma.

Erase una vez un pequeño ratoncito que se apellidaba Pérez, que vivía junto a su familia en una caja de galletas en la calle Arenal No. 8 Madrid. La caja no era muy grande pero en ella podían vivir cómodamente y no les faltaba comida pues esa era una de las ventajas de vivir en una panadería ya que cada noche, cuando ya no había nadie, salía a recoger harina y cualquier otra cosa necesaria para alimentarse.  Una noche, mientras se abastecía escuchó un gran alboroto en el piso superior, el ratoncito Pérez no pudo resisitr su curiosidad y trepando por las cañería logró divisar que el inmueble, antes vacío, estaba lleno de sillones, cuadros y curiosos aparatos ¿quién vendrá a vivir acá? se preguntó pero la respuesta la obtendría varios días después, cuando frustrado por no encontrar a nadie durante las noches tuvo que hacer una incursión diurna.

El Ratoncito Pérez había encontrado un pequeño hueco en la pared que le permitía observar lo que sucedía en aquel piso, allí se había instalado un señor con lentes y mandil blanco a la que la gente recurría para hacerse curar los dientes y lo llamaban "Dr. Muela".  Nuestro ratoncito estaba fascinado con lo que veía y poco a poco empezó a aprender algunas cosas que después practicaba con su familia haciéndoles por ejemplo lavarse los dientes después de cada comida y hasta un día le curó un dolor de muelas a su esposa.

Poco a poco el ratoncito Pérez se fue haciendo famoso entre la comunidad de ratones que lo buscaban de todas partes para aliviar sus dolores y arreglarles los dientes, primero atendía a jóvenes pero con el tiempo lo empezaron a frecuentar algunos ratones ancianos que no tenían dientes y tenían la esperanza que el Ratoncito Pérez les pudiera devolver una dentadura que les permitiera comer como lo hacían cuando eran jóvenes.

Sin saber bien qué hacer, el Ratoncito Pérez decidió volver a observar al Dr. Muela quien sabía poner unos dientes estupendos a las personas mayores pero esos dientes eran de un gran tamaño que no servirían para los viejos ratones.  Sin perder la esperanza siguió observando a través del hoyo durante varios días tratando de encontrar una solución para sus pacientes hasta que un día apareció un niño con su mamá que le pedía que le quitara un diente de leche para que pronto le saliera un diente fuerte y grande, el ratoncito Pérez vio cómo el Dr. Muela sacaba el pequeño diente atándole un hilo sacándolo de un tirón.  Cuando terminó, pudo ver que se trataba de un diente pequeño y muy blanco que se lo dio al niño de recuerdo.  Entonces encontró la solución: tendría que ir a su casa y comprarle el diente, así es que decidió seguirlo durante varias cuadras hasta llegar a su casa pero ahí encontró un problema ¡no sabía cómo entrar sin que las personas mayores lo descubrieran y su vida pudiera estar en peligro! Entonces, el ratoncito Pérez se esperó a que todos se durmieran y entró a la habitación del niño quien se había quedado dormido dejando el diente debajo de su almohada. El ratoncito Pérez tomó el diente, lo guardó cuidadosamente en su roja cartera y dejó una moneda como pago para el niño.

A la mañana siguiente el niño buscó su diente pero grande fue su sorpresa cuando encontró una moneda muy brillante hecho que contó a todos sus amigos del colegio y a partir de entonces todos ellos decidieron dejar bajo su almohada cada diente de leche que perdieran lo que ha permitido al ratoncito Pérez hacer muchas dentaduras que alivian la vida de los ratones mayores.




Actualmente en la calle Arenal No. 8 en Madrid existe un museo donde se pueden observar una placa alusiva a la vivienda del Ratón Pérez, una estatua del mismo y muchas cosas relacionadas con él y su afición por coleccionar dientes de leche que ahora sabemos para qué los quería, sin embargo aún queda una incógnita ¿de dónde sacaba las brillantes monedas para pagar los dientes que recoge? pues si tú conoces la respuesta te invitamos a compartirla con nosotros.

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